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¿QUÉ ES LA ROSÁCEA?

27-Feb-2015

La rosácea es una afección inflamatoria de la piel, crónica, que se caracteriza por la aparición de rojez (eritema), arañas vasculares, y granitos (pápulas, pústulas), especialmente en la zona centrofacial (frente, nariz, mejillas y mentón).
También puede afectar la zona ocular. Más raramente puede observarse en otras zonas corporales como el cuello y el escote.

 


Aunque se desconoce su causa, sabemos que existen factores de riesgo que predisponen a su desencadenamiento. Suele afectar a adultos jóvenes y aunque es más frecuente en mujeres, las formas más graves se observan en los varones. Debido a que la rosácea afecta a la cara en su mayor parte, es una enfermedad cuyo impacto psicológico-social no es nada despreciable. Más de un 50% de los pacientes, refieren problemas de autoestima y pérdida de confianza en sí mismos.




FACTORES DE RIESGO
1) GENÉTICA: un tercio de los pacientes refieren historia de rosácea entre sus familiares.
2) AMBIENTALES: sabemos que el sol es un factor causal y de empeoramiento para la rosácea.
3) RUBEFACCIENTES: factores que tienden a producir vasodilatación pueden empeorar el eritema facial de los pacientes con rosácea. Ejemplo de ello, sucede cuando aumenta la temperatura ambiental y/o corporal (por la práctica intensa de deporte, saunas, baños calientes...), por desarreglos hormonales, con la toma de alcohol y algunos alimentos (chocolate, queso azul, especias, infusiones), etc.
4) FÁRMACOS: el uso de corticoides tópicos puede desencadenar un brote de rosácea en personas predispuestas. Otros fármacos como la amiodarona, o las vitaminas B6 y B12 también pueden inducir lesiones rosaceiformes.
5) INFECCIOSOS: se ha postulado la asociación entre rosácea e infección por Helicobacter pylori (agente responsable de muchas gastritis y úlcera gastroduodenal). Se ha observado en ocasiones que el tratamiento erradicador de dicha bacteria en pacientes portadores con rosácea, resuelve a la vez la clínica digestiva y cutánea.

También se ha observado una mayor prevalencia de Demodex (comensal habitual de los folículos pilosebáceos centrofaciales) en los pacientes con rosácea.



CLÍNICA

 

Los signos característicos de la rosácea son el eritema (transitorio o fijo, también denominado Cuperosis), la rubefacción (flushing), las arañas vasculares, las pápulas y pústulas, y en los casos de mayor gravedad los granulomas (nódulos inflamatorios). A diferencia de lo que ocurre en el acné, en la rosácea no hay comedones (espinillas).




 

Se considera que la rojez prolongada durante más de 3 meses seguidos, es un criterio diagnóstico de rosácea. Tampoco es infrecuente, que en algunos pacientes coexista la rosácea con descamación en zonas seborreicas (dermatitis seborreica).






TRATAMIENTO

El tratamiento es básicamente sintomático ya que aún no existe una cura definitiva que mantenga a los pacientes sin lesiones de por vida.
Según el tipo de lesión predominante, se adoptarán unas medidas u otras.
Como norma general, en todos los pacientes aconsejaremos evitar los factores de riesgo precipitantes, y animaremos a que cuiden diariamente su piel con productos adecuados. No debemos olvidar que se trata de pacientes con pieles muy sensibles e hiperreactivas.


1) MEDIDAS DE HIGIENE E HIDRATACIÓN:es recomendable el uso habitual de un producto de higiene (no irritante) no detergente, como un agua micelar. Como emoliente, es preferible el uso de una crema antirrojeces (sin grasa), a ser posible con factor de protección solar (mayor del 15). Se permite utilizar maquillaje preferentemente de tipo fluido, oil free (sin grasa), incluso de tipo corrector (con pigmentos verdes que ayudarán a camuflar mejor la rojez).
2) TRATAMIENTO TÓPICO: varios fármacos se han mostrado eficaces para controlar las lesiones inflamatorias de la rosácea. Entre ellos, antibióticos y antiinflamatorios como el metronidazol, el ácido azelaico, el peróxido de benzoilo o el pimecrolimus. En la rubefacción, podemos utilizar un nuevo fármaco llamado brimonidina que corrige la rojez de forma transitoria.
3) TRATAMIENTO ORAL: cuando los medicamentos tópicos se muestran ineficaces se añaden los fármacos por vía oral. Entre ellos, destacan algunos antibióticos como las tetraciclinas (doxiciclina, minociclina), los macrólidos (claritromicina, azitromicina) especialmente para embarazadas y para el verano (ya que no son fotosensibles a diferencia de las tetraciclinas), y el metronidazol. No menos importancia presentan los retinoides (isotretinoína), fármacos muy eficaces para controlar los brotes a largo plazo, así como las formas más graves de rosácea (granulomas, rinofimas, etc).
4) TERAPIA CON LÁSER: en casi todas las formas de rosácea resulta útil el láser, especialmente en la cuperosis (rojez y arañas vasculares) y la rubefacción o flushing. Hay varios tipos de láser eficaces en este tipo de rosácea, como la luz pulsada intensa, el neodimio-YAG y el láser de colorante pulsado. En las formas granulomatosas, son más eficaces los láseres ablativos o fraccionados, ya que ayudan a eliminar mejor las imperfecciones cutáneas.
5) CIRUGÍA: se usa sobre todo en la rosácea granulomatosa / rinofimatosa para corregir mayores deformidades. Pueden emplearse varias técnicas: dermoabrasión, electrocirugía, criocirugía, y cirugía convencional.




Dra. Cristina Lázaro Trémul
Dermatóloga titular del Centro Dermabia

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